Dice Frederick Leboyer que lo que hasta ahora se han conocido como contracciones uterinas adecuadas en realidad son altamente patológicas; puesto que el útero debiera distenderse suavemente, con un movimiento rítmico y ondulante a lo largo de sus haces de fibras musculares, de arriba abajo, y tan suave y tierno como la respiración de una criatura cuando duerme plácidamente. Es, nos asegura Leboyer, el ritmo suave y tierno, y también ciego y todopoderoso del mundo visceral. (...) el orgasmo fue el invento evolutivo para accionar la apertura del útero. El objeto de este librito no es otro que entender en concreto esta afirmación.